El recreo se me estaba haciendo interminable y, además, ahí estaban esas chicas con las que tenía que hablar, por órdenes de Keyla. Realmente estaba aterrorizada, ¿por qué tenía que hacer esto yo sola? Me giré intentando buscar confianza en la mirada de mi hermana, pero ella ya se había levantado y no me prestaba atención. Volví a mirar hacia el grupo de chicas al que me dirigía y me detuve poco antes de llegar. ¡No quería enfrentarme a aquello! Respiré hondo y me concentré en dejar de pensar, como hacía siempre que me ponía nerviosa de esa forma, sentí poco a poco, como todo lo que me rodeaba desaparecía. Era una sensación increíble. De nuevo, una corriente de calor ascendió hasta mi cuello y ahí se detuvo. Fue muy extraño, como cuando toqué el símbolo que le apareció a Keyla en la nuca. En fin, con todo lo que estaba pasando hoy... Dirigí una rápida mirada a aquellas chicas, y una de ellas, la que parecía más pequeña, me estaba mirando. No sé qué me echó atrás, su mirada asesina o la persona que estaba detrás de ella. En la puerta acristalada del instituto, un chico me miraba fijamente. O eso creía. ¿Me miraba a mí? No, seguramente estaba concentrado en alguna de esas chicas que estaban justo enfrente. Pero, tendría uno o dos años más que yo, y era muy atractivo... De repente sentí una oleada de frío, un frío gélido que me provocó un escalofrío de pies a cabeza. Bueno, se detuvo en el cuello. Concretamente donde Keyla tenía su símbolo. ¿Por qué pasaba todo aquello? ¿Unas veces sentía calor y otras frío? Entonces sentí que todo se desvanecía, y solo quedábamos el chico misterioso y yo, era todo lo que podían ver mis ojos. Fue increíble. El chico comenzó a caminar hacia mí, despacio pero decidido. Noté cómo cada vez me ponía más nerviosa ¿Me quería decir algo? No me creía capaz de entablar una conversación con él, no estaba preparada. Entonces se detuvo. ¿Qué estaba haciendo? Noté el calor en la nariz y las orejas, así que decidí escapar de allí. Giré a la derecha y empecé a caminar en dirección opuesta al grupo de chicas, que todavía seguía ahí. Pero el chico rubio me seguía con la mirada mientras caminaba. Todo era tan raro... Parecía un sueño. Me sentía capaz de volar con solo mirarlo. Di varios pasos, intentando escapar de él, pero en un abrir y cerrar de ojos se dio la vuelta y corrió hasta la puerta del instituto. Desapareció en el interior del edificio. ¿Qué demonios...? ¿Por qué se había ido de repente? ¿Por qué ahora y no antes? ¿Es que quería que le siguiese? No, no... No sería capaz. Aunque... No, no puedo espiar a alguien que me parece atractivo desde la primera vez que lo veo... Y sin pensar, mis pies empezaron a caminar por sí solos, dirigiéndose a la puerta por donde había desaparecido el chico rubio. Me paré en seco. ¿Por qué no podía decidirme? Si entraba por esa puerta seguramente me lo encontraría escondido y esperándome para reírse de mí. Aunque, ¿por qué se iba a reír? No me he caído, ni tropezado, ni montado un numerito delante de cientos de adolescentes. Miré mis tenis blancos esperando no encontrarlos desatados. Vale, no había problema. No me caería por eso. Pero entonces, ¿qué iba a hacer? ¿Le seguía? Sintiendo casi demasiada curiosidad me dirigí al interior. Mi mayor error... En cuanto entré al instituto le vi a lo lejos, corriendo por un pasillo lleno de gente. Pero, parecía que nadie se daba cuenta de que estaba ahí. ¿Qué estaba pasando? Prácticamente iba empujando a todo el mundo... Un momento... Nadie se giraba para quejarse o exigirle una disculpa por haberle empujado, simplemente se giraban buscando al culpable, y después seguían con sus asuntos. Pero, entonces eso significaba que... ¿Nadie le estaba viendo? Entonces, ¿por qué yo sí? Todo era tan raro... Empecé a correr hacia él, evitando perderlo de vista. Atravesé el pasillo sin hacer caso a toda aquella gente y llegué a unas escaleras. Iba a subirlas casi volando para seguirlo, pero... Él ya estaba esperándome. De pie, en el primer escalón, me miraba intensamente con esos ojos de un verde muy llamativo que tanta curiosidad me habían causado.
-¿Puedes verme? -preguntó sin más.
-¿Por qué no iba a poder verte? -no se cómo salieron esas palabras de mi boca, porque sus ojos me tenían simplemente cautivada.
-Mira, no estoy para bromas. Dime qué eres.
Me quedé alrededor de diez segundos mirándole. Era tan guapo... Sus ojos verde esmeralda me miraban impacientes. En realidad, no dejaba de mirarme. Me repasaba con la mirada, poniendo alguna mueca. Su pelo... Oh, Dios... Su pelo. Lo tenía peinado hacia atrás, pero un mechón rubio le caía por la cara. Si solo pudiera acercarme un poco para recogérselo y colocárselo... Pero, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué estaba tan desesperada? Esta no era yo. Yo nunca me sentía tan atraída por un chico, aunque se ve que este era la excepción. Ni siquiera me había enterado de lo que me había dicho. ¿Me había preguntado algo?
-Mira, será mejor que me vaya. No debería haberte seguido, pero sentí curiosidad y...
No pude seguir porque, de repente, el chico me agarró del brazo y me empujó para que me apartara de la escalera.
-Ven aquí -dijo.
-¡Oye! Pero, ¿qué haces?- pregunté atónita. ¿Ven aquí? ¿En serio me había dicho eso? ¿Quién se creía que era? ¿Qué estaba pasando?
Intenté apartarme de él pero era mucho más fuerte que yo y me tenía retenida, sujetándome contra la pared del pasillo. Entonces oí las voces.
-No. Es el primer día, Diana. No puedo ponerles un examen mañana a los de primero.
-Pero es para que empiecen a adaptarse... Ahora están en el instituto, no en la escuela, y parece que algunos no se han dado cuenta.
-Es indiscutible, no soy tan mala profesora.
Me llevé la mano a la boca para no gritar al darme cuenta de dónde estábamos. A mi alrededor, todas las puertas que había daban a los despachos de los profesores del instituto. Una chica me había contado en mi primera clase que no fuera allí por nada, fuera lo que fuese, que a los profesores les gusta ese pasillo porque nunca hay alumnos y pueden relajarse. Entonces recordé su risa cuando vio mi cara de sorpresa. ¿Es que no hoy no iba a pasar nada normal?
-¿Por qué no iba a poder verte? -no se cómo salieron esas palabras de mi boca, porque sus ojos me tenían simplemente cautivada.
-Mira, no estoy para bromas. Dime qué eres.
Me quedé alrededor de diez segundos mirándole. Era tan guapo... Sus ojos verde esmeralda me miraban impacientes. En realidad, no dejaba de mirarme. Me repasaba con la mirada, poniendo alguna mueca. Su pelo... Oh, Dios... Su pelo. Lo tenía peinado hacia atrás, pero un mechón rubio le caía por la cara. Si solo pudiera acercarme un poco para recogérselo y colocárselo... Pero, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué estaba tan desesperada? Esta no era yo. Yo nunca me sentía tan atraída por un chico, aunque se ve que este era la excepción. Ni siquiera me había enterado de lo que me había dicho. ¿Me había preguntado algo?
-Mira, será mejor que me vaya. No debería haberte seguido, pero sentí curiosidad y...
No pude seguir porque, de repente, el chico me agarró del brazo y me empujó para que me apartara de la escalera.
-Ven aquí -dijo.
-¡Oye! Pero, ¿qué haces?- pregunté atónita. ¿Ven aquí? ¿En serio me había dicho eso? ¿Quién se creía que era? ¿Qué estaba pasando?
Intenté apartarme de él pero era mucho más fuerte que yo y me tenía retenida, sujetándome contra la pared del pasillo. Entonces oí las voces.
-No. Es el primer día, Diana. No puedo ponerles un examen mañana a los de primero.
-Pero es para que empiecen a adaptarse... Ahora están en el instituto, no en la escuela, y parece que algunos no se han dado cuenta.
-Es indiscutible, no soy tan mala profesora.
Me llevé la mano a la boca para no gritar al darme cuenta de dónde estábamos. A mi alrededor, todas las puertas que había daban a los despachos de los profesores del instituto. Una chica me había contado en mi primera clase que no fuera allí por nada, fuera lo que fuese, que a los profesores les gusta ese pasillo porque nunca hay alumnos y pueden relajarse. Entonces recordé su risa cuando vio mi cara de sorpresa. ¿Es que no hoy no iba a pasar nada normal?
-No pasa nada, tranquilízate -me dijo el chico al ver que me había puesto nerviosa- ¿No lo entiendes? No pueden vernos, mira.
Entonces se apartó de mí y se acercó a una de las profesoras, esa que se llamaba Diana. Puso un dedo sobre un folio que tenía la mujer encima de un libro y éste cayó al suelo, planeando. La mujer se quedó mirando la hoja de papel, como si se la hubiera llevado el viento, con cara de asombro.
-Pero ¿en serio que no te ve? -pregunté susurrando, esperando que no me oyeran.
-Claro, ¿no lo ves? Ni se inmuta -dijo pasando una mano por delante de una de las profesoras.
-¿Y por qué a mí tampoco me ve?
Se quedó callado. Parecía que tampoco sabía la respuesta. En un abrir y cerrar de ojos me cogió de la mano y me sacó del pasillo de los profesores. Me rendí y me deje llevar por la mano que me guiaba hasta lo que parecía ser la biblioteca del instituto.
Entonces se apartó de mí y se acercó a una de las profesoras, esa que se llamaba Diana. Puso un dedo sobre un folio que tenía la mujer encima de un libro y éste cayó al suelo, planeando. La mujer se quedó mirando la hoja de papel, como si se la hubiera llevado el viento, con cara de asombro.
-Pero ¿en serio que no te ve? -pregunté susurrando, esperando que no me oyeran.
-Claro, ¿no lo ves? Ni se inmuta -dijo pasando una mano por delante de una de las profesoras.
-¿Y por qué a mí tampoco me ve?
Se quedó callado. Parecía que tampoco sabía la respuesta. En un abrir y cerrar de ojos me cogió de la mano y me sacó del pasillo de los profesores. Me rendí y me deje llevar por la mano que me guiaba hasta lo que parecía ser la biblioteca del instituto.
-Mira yo... Yo no se lo que eres. Eres algo, eso está claro. Si no, no habrías podido verme -se detuvo para darse la vuelta y mirarme, pero sin soltarme la mano.
-Pero... ¿Acaso eres invisible? Yo... No entiendo nada. Esta conversación no tiene sentido, ni siquiera sé cómo te llamas, ni quién demonios eres. Solo sé que eres invisible y que yo puedo v...
-Dylan.
-¿Qué?
-Es mi nombre. Me llamo Dylan -dijo mirándome con impaciencia.
-Yo soy Melody -le dije en un pequeño susurro.
Ambos nos quedamos un momento callados, mirándonos, y me soltó la mano. ¿Es que no me la había soltado todavía? Para mi sorpresa, se acercó más a mí, y me miró fijamente con sus preciosos ojos.
-¿Sabes lo que son los arquelios? -me preguntó.
-¿Los qué? No entiendo una palabra de lo que me dices. Ni siquiera sé qué hago hablando contigo. En realidad ya debería estar en mi clase de matemá...
-No. No, ahora no te puedes ir -dijo cogiéndome la mano de nuevo. ¿Por qué su tacto me hacía sentir tan bien?
-¿Qué? ¿Por qué? Oye, yo... Será mejor que me vaya. Ya nos veremos por ahí...
Me dispuse a darme la vuelta y escapar, pero él no me había soltado todavía, y tiró de mí como quien lleva a su perro con la correa y me llevó hasta una zona de la biblioteca llena de estanterías con libros de ciencias. Estaban llenos de polvo, no parecía que mucha gente pasase por allí a menudo.
-Dylan... Te he dicho que debo irme, tengo que ir a clase... Además, si sigo más tiempo contigo me volveré loca. No consigo entender nada de lo que pasa.
-Mira, Melody -una electrizante sensación me recorrió el estómago cuando pronunció mi nombre- no sé si lo que voy a hacer está permitido, pero me arriesgaré. Necesito saber quién o qué eres. Necesito respuestas -dijo mirándome a los ojos.
-¿Y yo no? ¿Por qué demonios nadie puede verte menos yo?
-Ven conmigo y te lo explicaré todo.
Sin dejarme tiempo para responder tiró de mi mano, llevándome hacia una de las paredes de la biblioteca rodeada de estanterías desde la que nadie podía vernos, estábamos totalmente ocultos, aunque no tenía sentido, ¿por qué alguien que se supone que es invisible, querría esconderse? Sin previo aviso, me agarró de las dos manos fuertemente acercándose mucho a mí, y, casi rozándonos, Dylan cerró los ojos, y se quedó así durante unos segundos ¿qué se suponía que estaba haciendo? Me quedé contemplando su rostro en ese breve periodo de tiempo, parecía muy relajado, pensativo, pero la forma en que se tensaban los músculos de sus brazos decían todo lo contrario. De repente empezó a acercar su cara hacia la mía, aún con los ojos cerrados. Oh, Dios mio, parecía imposible pero, ¡¿me iba a besar?! Desde luego el chico era guapo,y me había cautivado desde el principio, y tenía unos ojos verdes divinos, y unos músculos impresionantes, y una melena rubia que me pasaría horas acariciando y revolviendo, y...¿Pero qué me pasaba? ¡Acababa de conocerle! ¿Qué estaba ocurriéndome? Era la primera vez que me gustaba un chico de esa forma, pero a pesar de todo, esto no podía suceder así, empecé a marearme, e iba a apartarme para evitar que se acercase más a mí, pero me sujetó, impidiendo que me moviese, menuda fuerza tenía.
-Quédate quieta, solo será un momento.
Seguía aterrorizada ¿de verdad me había dicho que me estuviese quieta? Nunca había besado a un chico, y no era el momento más adecuado, nunca había sentido esa sensación de mariposas en el estómago que te decía que ese era el chico indicado, y en ese momento solo sentía calambres por todas partes que me pedían que me alejase un poco de él. Pero seguía acercándose cada vez más, y la distancia que quedaba entre nuestros cuerpos se iba reduciendo, haciendo casi que nos fundiésemos en un abrazo. Ya estaba a punto de pasar, su cabeza pronto estaría junto a la mia, y entonces... Entonces, sí que me sorprendí, porque lo que hizo Dylan fue apoyar su frente contra la mia, dejando muy poco espacio entre nuestros rostros, pero el suficiente como para que no nos llegásemos a tocar del todo. Dijo unas palabras entre susurros, en un idioma que no entendí y de repente una luz muy blanca resplandeció, impidiendo que pudiese mantener los ojos abiertos durante más tiempo. Los cerré fuertemente, asustada, justo como los tenía Dylan, y me aproximé más a él. Noté que me invadía una sensación extraña por todo el cuerpo, dejando un suave, pero agradable, calor en mi cuello. Después, la luz se apagó, y miré a mi alrededor, todavía abrazada a Dylan. Fue entonces cuando mi asombro se hizo mayor, me despegué de ese extraordinario chico rubio, para mirarlo todo con más atención, a la vez que me frotaba los ojos, pensando que era una alucinación. La biblioteca había desaparecido, y ahora nos encontrábamos en unas escaleras que bajaban, a lo que parecía un sótano del que provenía una suave luz.
-¿Qué ha pasado con la biblioteca? ¿Ha desaparecido? -escuché como Dylan se reía.
-No ha desaparecido nada -dijo aún riéndose- somos nosotros los que nos hemos movido.
-Cada vez me fascinas más, ¿puedes hacerte invisible y ahora también puedes teletransportarte?
-Sí, bueno... Es algo parecido a eso, pero puedes llamarlo así, si quieres. ¿Vamos? Todavía no hemos llegado al lugar que quería enseñarte.
Asentí con la cabeza, desconcertada, y bajamos esas estrechas escaleras, apareciendo en una habitación totalmente distinta a la vieja biblioteca en la que nos encontrábamos minutos antes. Era una sala rectangular, muy amplia, las paredes eran de un blanco muy puro, creo que era mármol, y todo estaba muy bien iluminado, aunque no veía ninguna lámpara ni ventana por la que entrase la luz.
-Vaya -dije realmente asombrada- ¿dónde estamos? -Dylan me miró extrañado.
-Justo como sospechaba, nunca habías estado aquí, ¿cierto? Pues estamos justo debajo del instituto humano.
-¿Instituto humano? ¿Por qué lo llamas así?
-Bueno... allí es donde van los humanos ¿no?
-Sí claro. Entonces, ¿qué es este sitio?-Dylan me miró con desconfianza, parecía como si nunca me fuese a contar nada de lo que estaba pasando, entonces me agarró de nuevo de la mano y me arrastró, llevándome hacia un pasillo.
-Bueno, pues este sitio es algo así como mi instituto, aquí no hay humanos, está prohibido que vengan, y además les resultaría imposible porque la única forma de entrar es como lo hemos hecho nosotros, con magia, ese ''teletransporte'' de antes.
-Entonces... tú no eres humano.
-No, soy un arquelio -no dijo nada más, como si así lo aclarase todo. Después de esperar un poco a que él continuase hablando, tuve que preguntarle yo.
-¿Y qué soy yo?
Dylan dejó de mirar al frente mientras caminábamos, para dirigir su mirada a la mía.
-No tengo ni idea -respondió dejando una sonrisa en sus labios- Por eso vamos a averiguarlo ahora.
Seguimos caminando por esos pasillos que parecían infinitos, lo que me parecía raro, es que aún no habíamos visto a nadie, y si se suponía que eso era una espacie de instituto, digo yo que tendría que haber alguien más además de nosotros. Justo cuando yo estaba en mis ensoñaciones, Dylan me empujó bruscamente dentro de una sala y cerró la puerta, tapándola con su cuerpo.
-¡Eh! ¡¿Pero qué haces?! -dije enfadada- ¡¿Por qué has..?!
-Calla y no te muevas, solo será un segundo -dijo cortándome la frase.
Hice lo que me pidió y estuve quieta, pero mirando por el estrecho agujero que quedaba entre la puerta y la pared. No se veía gran cosa, lo único que conseguía ver era parte del pasillo, y la otra parte la tapaba Dylan con su cuerpo. Entonces escuché pasos de otra persona. Menos mal, empezaba a preocuparme que no hubiese nadie por allí.
-Estudiante Donnovan, ¿qué hace aquí? ¿No debería estar disfrutando de su tiempo libre junto con el resto de compañeros? -dijo entre sorprendido y enfadado, era una voz grave, seguramente de un hombre, y parecía muy imponente.
-Verá maestro Eilan, yo...
-No, Donnovan, no tengo ni tiempo ni ganas de estar escuchando sus excusas. Sabe perfectamente que no debe pasearse libremente por esta sección del instituto. Así que vuelva a la zona en la que le corresponde estar, y no me moleste más, tengo mucho trabajo, y me gustaría acabarlo antes de que termine el día. Ahora si me lo permite y se aparta de la puerta de mi despacho, le agradecería enormemente que me dejase trabajar.
Un momento, ¿su despacho? Entonces miré a mi alrededor: un escritorio, estanterías, material de trabajo... ¡Ese era su despacho! Si a Dylan le había regañado por estar simplemente en medio del pasillo, ¿qué me pasaría a mí? Yo que no debería estar ahí, yo que no era una estudiante de ese sitio, yo que ni sabía qué estaba sucediendo. ¿Qué debía hacer? ¿Esconderme? Pero no había ningún lugar en el que ocultarse, a menos que me metiera debajo de la mesa, aunque eso sería, además de muy típico, demasiado patético. Sin saber qué podía hacer, me apoyé en una de las paredes del cuarto y seguí pensando. Lo único que se me ocurría era desaparecer, pero claro eso sería como volverse invisible.. Justo como lo hacía Dylan, aunque yo me había vuelto invisible también, ¿verdad? Bueno al menos eso creo. Entonces, tal vez, podría volver a hacerlo. Pero, ¿cómo lo había hecho antes? Me senté en el suelo, frotándome la cabeza con las dos manos. Solo tengo que desaparecer, solo eso. ¿Solo eso? Que locura, ¿no? Pero lo intenté, y cada vez me sentía más ligera, cerré los ojos, dejando de pensar, y notando como el escritorio, las estanterías, y todo lo que me rodeaba desaparecía. Entonces la puerta se abrió. Un hombre alto, y vestido con una túnica larga muy extraña, entró en la habitación. Era alto, con el pelo gris y bastante largo, parecía mayor. También vi como asomaba su cabeza Dylan dentro de la habitación, y miraba sorprendido a todas partes, entonces el maestro se sentó y miró a Dylan extrañado.
-¿Donnovan? ¿Qué está haciendo? Salga de aquí inmediatamente.
No puede ser. ¿Lo había hecho? ¿Era invisible? Bueno, eso, o me estaban ignorando completamente. Dylan todavía estaba en la puerta, con la boca abierta del asombro por no encontrarme ahí dentro, pero iba a salir como le había pedido el maestro, y si cerraba la puerta, yo no podría irme. Me levanté rápidamente y salí de la sala. Sin querer empujé un poco a Dylan, que miró confundido hacia donde yo estaba, pero volviendo a girar la cabeza como si no hubiese visto nada, volvió a echar un vistazo rápido dentro del despacho, y salió cerrando la puerta detrás de él, y alejándose un poco.
-¿Melody?
Entonces me relajé, y suspiré aliviada, dejándome caer al lado de la pared del pasillo. ¿Volvía a ser visible?
-¡Melody!
Parecía que sí, porque Dylan se abalanzó hacia mí, abriendo mucho los ojos.
-¿Pero cómo has..? Da igual, ya hablaremos luego sobre eso, ahora tenemos que irnos de aquí antes de que nos vea alguien más -dijo a la vez que volvía a sujetar mi mano contra la suya y volvíamos a retomar el camino. Finalmente llegamos a una sala circular repleta de libros por todas partes, pegadas a las paredes había estanterías con libros, y más estanterías que iban formando círculos concéntricos de libros dejando amplios pasillos circulares a su alrededor, algo parecido a una espiral. Entramos, en lo que parecía la biblioteca más extraña en la que había estado, y nos sentamos en una de las mesas circulares más alejadas de la puerta de la estancia, parecía a que a Dylan le gustaba estar lejos de donde la gente pudiera verle.
-Te habrás imaginado que esto es una biblioteca ¿no?
-¿De verdad crees que soy tan tonta? ¡Pues claro! -dije indignada, pero él me respondió con una amplia sonrisa.
-Aquí no nos molestarán, al menos durante un rato.
Dylan se levantó y se dirigió a una de las estanterías, en busca de algún libro. Le perdí de vista un momento mientras revisaba todos los nombres de cada libro buscando el que él quería. Dejé que mi mente vagase por la sala, viendo y analizando cada detalle. Las paredes eran blancas, iguales a todas las que había visto por el instituto, pero las de esta biblioteca eran diferentes, había que fijarse mucho, pero en algunas zonas había extraños signos grabados, líneas, círculos, y otras figuras que se entrelazaban las unas con las otras y no dejaban apreciar qué eran exactamente. Volví mi vista hacia una de las enormes estanterías que se apoyaban en la pared, y empecé a leer todos los nombres de esos extraños libros, de algunos conocía el significado del título, pero otros tenían unas letras extrañas, y no distinguía lo que ponían, tal vez, fuese el mismo idioma que había usado Dylan cuando nos teletransportamos hasta aquí. De repente, una pequeña lucecita azul pasó volando delante de mis narices y, con unos reflejos que ni yo misma me hubiese imaginado que tenía, conseguí atraparla, sujetándola con la mano. Entonces la abrí y vi una pequeña bolita que emitía una preciosa luz azulada y se movía inquieta, intentando escapar. La solté y vi como se alejaba y se reunía con más bolitas luminosas, ¿era así cómo se iluminaba todo? Este lugar cada vez me asombraba más, era todo tan... Mágico. Seguí repasando todo con la mirada hasta que Dylan volvió, llevaba entre sus manos un libro enorme y gordísimo, que parecía pesar por lo menos una tonelada. Lo dejó en la mesa, levantando mucho polvo, no parecía que mucha gente leyese ese libro en particular, me fijé en la portada del gran libro, tenía unas grandes letras con una caligrafía preciosa, pero no llegué a entender lo que ponían ¿otra vez ese extraño idioma?
Sin dejarme tiempo para responder tiró de mi mano, llevándome hacia una de las paredes de la biblioteca rodeada de estanterías desde la que nadie podía vernos, estábamos totalmente ocultos, aunque no tenía sentido, ¿por qué alguien que se supone que es invisible, querría esconderse? Sin previo aviso, me agarró de las dos manos fuertemente acercándose mucho a mí, y, casi rozándonos, Dylan cerró los ojos, y se quedó así durante unos segundos ¿qué se suponía que estaba haciendo? Me quedé contemplando su rostro en ese breve periodo de tiempo, parecía muy relajado, pensativo, pero la forma en que se tensaban los músculos de sus brazos decían todo lo contrario. De repente empezó a acercar su cara hacia la mía, aún con los ojos cerrados. Oh, Dios mio, parecía imposible pero, ¡¿me iba a besar?! Desde luego el chico era guapo,y me había cautivado desde el principio, y tenía unos ojos verdes divinos, y unos músculos impresionantes, y una melena rubia que me pasaría horas acariciando y revolviendo, y...¿Pero qué me pasaba? ¡Acababa de conocerle! ¿Qué estaba ocurriéndome? Era la primera vez que me gustaba un chico de esa forma, pero a pesar de todo, esto no podía suceder así, empecé a marearme, e iba a apartarme para evitar que se acercase más a mí, pero me sujetó, impidiendo que me moviese, menuda fuerza tenía.
-Quédate quieta, solo será un momento.
Seguía aterrorizada ¿de verdad me había dicho que me estuviese quieta? Nunca había besado a un chico, y no era el momento más adecuado, nunca había sentido esa sensación de mariposas en el estómago que te decía que ese era el chico indicado, y en ese momento solo sentía calambres por todas partes que me pedían que me alejase un poco de él. Pero seguía acercándose cada vez más, y la distancia que quedaba entre nuestros cuerpos se iba reduciendo, haciendo casi que nos fundiésemos en un abrazo. Ya estaba a punto de pasar, su cabeza pronto estaría junto a la mia, y entonces... Entonces, sí que me sorprendí, porque lo que hizo Dylan fue apoyar su frente contra la mia, dejando muy poco espacio entre nuestros rostros, pero el suficiente como para que no nos llegásemos a tocar del todo. Dijo unas palabras entre susurros, en un idioma que no entendí y de repente una luz muy blanca resplandeció, impidiendo que pudiese mantener los ojos abiertos durante más tiempo. Los cerré fuertemente, asustada, justo como los tenía Dylan, y me aproximé más a él. Noté que me invadía una sensación extraña por todo el cuerpo, dejando un suave, pero agradable, calor en mi cuello. Después, la luz se apagó, y miré a mi alrededor, todavía abrazada a Dylan. Fue entonces cuando mi asombro se hizo mayor, me despegué de ese extraordinario chico rubio, para mirarlo todo con más atención, a la vez que me frotaba los ojos, pensando que era una alucinación. La biblioteca había desaparecido, y ahora nos encontrábamos en unas escaleras que bajaban, a lo que parecía un sótano del que provenía una suave luz.
-¿Qué ha pasado con la biblioteca? ¿Ha desaparecido? -escuché como Dylan se reía.
-No ha desaparecido nada -dijo aún riéndose- somos nosotros los que nos hemos movido.
-Cada vez me fascinas más, ¿puedes hacerte invisible y ahora también puedes teletransportarte?
-Sí, bueno... Es algo parecido a eso, pero puedes llamarlo así, si quieres. ¿Vamos? Todavía no hemos llegado al lugar que quería enseñarte.
Asentí con la cabeza, desconcertada, y bajamos esas estrechas escaleras, apareciendo en una habitación totalmente distinta a la vieja biblioteca en la que nos encontrábamos minutos antes. Era una sala rectangular, muy amplia, las paredes eran de un blanco muy puro, creo que era mármol, y todo estaba muy bien iluminado, aunque no veía ninguna lámpara ni ventana por la que entrase la luz.
-Vaya -dije realmente asombrada- ¿dónde estamos? -Dylan me miró extrañado.
-Justo como sospechaba, nunca habías estado aquí, ¿cierto? Pues estamos justo debajo del instituto humano.
-¿Instituto humano? ¿Por qué lo llamas así?
-Bueno... allí es donde van los humanos ¿no?
-Sí claro. Entonces, ¿qué es este sitio?-Dylan me miró con desconfianza, parecía como si nunca me fuese a contar nada de lo que estaba pasando, entonces me agarró de nuevo de la mano y me arrastró, llevándome hacia un pasillo.
-Bueno, pues este sitio es algo así como mi instituto, aquí no hay humanos, está prohibido que vengan, y además les resultaría imposible porque la única forma de entrar es como lo hemos hecho nosotros, con magia, ese ''teletransporte'' de antes.
-Entonces... tú no eres humano.
-No, soy un arquelio -no dijo nada más, como si así lo aclarase todo. Después de esperar un poco a que él continuase hablando, tuve que preguntarle yo.
-¿Y qué soy yo?
Dylan dejó de mirar al frente mientras caminábamos, para dirigir su mirada a la mía.
-No tengo ni idea -respondió dejando una sonrisa en sus labios- Por eso vamos a averiguarlo ahora.
Seguimos caminando por esos pasillos que parecían infinitos, lo que me parecía raro, es que aún no habíamos visto a nadie, y si se suponía que eso era una espacie de instituto, digo yo que tendría que haber alguien más además de nosotros. Justo cuando yo estaba en mis ensoñaciones, Dylan me empujó bruscamente dentro de una sala y cerró la puerta, tapándola con su cuerpo.
-¡Eh! ¡¿Pero qué haces?! -dije enfadada- ¡¿Por qué has..?!
-Calla y no te muevas, solo será un segundo -dijo cortándome la frase.
Hice lo que me pidió y estuve quieta, pero mirando por el estrecho agujero que quedaba entre la puerta y la pared. No se veía gran cosa, lo único que conseguía ver era parte del pasillo, y la otra parte la tapaba Dylan con su cuerpo. Entonces escuché pasos de otra persona. Menos mal, empezaba a preocuparme que no hubiese nadie por allí.
-Estudiante Donnovan, ¿qué hace aquí? ¿No debería estar disfrutando de su tiempo libre junto con el resto de compañeros? -dijo entre sorprendido y enfadado, era una voz grave, seguramente de un hombre, y parecía muy imponente.
-Verá maestro Eilan, yo...
-No, Donnovan, no tengo ni tiempo ni ganas de estar escuchando sus excusas. Sabe perfectamente que no debe pasearse libremente por esta sección del instituto. Así que vuelva a la zona en la que le corresponde estar, y no me moleste más, tengo mucho trabajo, y me gustaría acabarlo antes de que termine el día. Ahora si me lo permite y se aparta de la puerta de mi despacho, le agradecería enormemente que me dejase trabajar.
Un momento, ¿su despacho? Entonces miré a mi alrededor: un escritorio, estanterías, material de trabajo... ¡Ese era su despacho! Si a Dylan le había regañado por estar simplemente en medio del pasillo, ¿qué me pasaría a mí? Yo que no debería estar ahí, yo que no era una estudiante de ese sitio, yo que ni sabía qué estaba sucediendo. ¿Qué debía hacer? ¿Esconderme? Pero no había ningún lugar en el que ocultarse, a menos que me metiera debajo de la mesa, aunque eso sería, además de muy típico, demasiado patético. Sin saber qué podía hacer, me apoyé en una de las paredes del cuarto y seguí pensando. Lo único que se me ocurría era desaparecer, pero claro eso sería como volverse invisible.. Justo como lo hacía Dylan, aunque yo me había vuelto invisible también, ¿verdad? Bueno al menos eso creo. Entonces, tal vez, podría volver a hacerlo. Pero, ¿cómo lo había hecho antes? Me senté en el suelo, frotándome la cabeza con las dos manos. Solo tengo que desaparecer, solo eso. ¿Solo eso? Que locura, ¿no? Pero lo intenté, y cada vez me sentía más ligera, cerré los ojos, dejando de pensar, y notando como el escritorio, las estanterías, y todo lo que me rodeaba desaparecía. Entonces la puerta se abrió. Un hombre alto, y vestido con una túnica larga muy extraña, entró en la habitación. Era alto, con el pelo gris y bastante largo, parecía mayor. También vi como asomaba su cabeza Dylan dentro de la habitación, y miraba sorprendido a todas partes, entonces el maestro se sentó y miró a Dylan extrañado.
-¿Donnovan? ¿Qué está haciendo? Salga de aquí inmediatamente.
No puede ser. ¿Lo había hecho? ¿Era invisible? Bueno, eso, o me estaban ignorando completamente. Dylan todavía estaba en la puerta, con la boca abierta del asombro por no encontrarme ahí dentro, pero iba a salir como le había pedido el maestro, y si cerraba la puerta, yo no podría irme. Me levanté rápidamente y salí de la sala. Sin querer empujé un poco a Dylan, que miró confundido hacia donde yo estaba, pero volviendo a girar la cabeza como si no hubiese visto nada, volvió a echar un vistazo rápido dentro del despacho, y salió cerrando la puerta detrás de él, y alejándose un poco.
-¿Melody?
Entonces me relajé, y suspiré aliviada, dejándome caer al lado de la pared del pasillo. ¿Volvía a ser visible?
-¡Melody!
Parecía que sí, porque Dylan se abalanzó hacia mí, abriendo mucho los ojos.
-¿Pero cómo has..? Da igual, ya hablaremos luego sobre eso, ahora tenemos que irnos de aquí antes de que nos vea alguien más -dijo a la vez que volvía a sujetar mi mano contra la suya y volvíamos a retomar el camino. Finalmente llegamos a una sala circular repleta de libros por todas partes, pegadas a las paredes había estanterías con libros, y más estanterías que iban formando círculos concéntricos de libros dejando amplios pasillos circulares a su alrededor, algo parecido a una espiral. Entramos, en lo que parecía la biblioteca más extraña en la que había estado, y nos sentamos en una de las mesas circulares más alejadas de la puerta de la estancia, parecía a que a Dylan le gustaba estar lejos de donde la gente pudiera verle.
-Te habrás imaginado que esto es una biblioteca ¿no?
-¿De verdad crees que soy tan tonta? ¡Pues claro! -dije indignada, pero él me respondió con una amplia sonrisa.
-Aquí no nos molestarán, al menos durante un rato.
Dylan se levantó y se dirigió a una de las estanterías, en busca de algún libro. Le perdí de vista un momento mientras revisaba todos los nombres de cada libro buscando el que él quería. Dejé que mi mente vagase por la sala, viendo y analizando cada detalle. Las paredes eran blancas, iguales a todas las que había visto por el instituto, pero las de esta biblioteca eran diferentes, había que fijarse mucho, pero en algunas zonas había extraños signos grabados, líneas, círculos, y otras figuras que se entrelazaban las unas con las otras y no dejaban apreciar qué eran exactamente. Volví mi vista hacia una de las enormes estanterías que se apoyaban en la pared, y empecé a leer todos los nombres de esos extraños libros, de algunos conocía el significado del título, pero otros tenían unas letras extrañas, y no distinguía lo que ponían, tal vez, fuese el mismo idioma que había usado Dylan cuando nos teletransportamos hasta aquí. De repente, una pequeña lucecita azul pasó volando delante de mis narices y, con unos reflejos que ni yo misma me hubiese imaginado que tenía, conseguí atraparla, sujetándola con la mano. Entonces la abrí y vi una pequeña bolita que emitía una preciosa luz azulada y se movía inquieta, intentando escapar. La solté y vi como se alejaba y se reunía con más bolitas luminosas, ¿era así cómo se iluminaba todo? Este lugar cada vez me asombraba más, era todo tan... Mágico. Seguí repasando todo con la mirada hasta que Dylan volvió, llevaba entre sus manos un libro enorme y gordísimo, que parecía pesar por lo menos una tonelada. Lo dejó en la mesa, levantando mucho polvo, no parecía que mucha gente leyese ese libro en particular, me fijé en la portada del gran libro, tenía unas grandes letras con una caligrafía preciosa, pero no llegué a entender lo que ponían ¿otra vez ese extraño idioma?
-¿Cómo te apellidas?-dijo Dylan abriendo el pesado libro por la mitad, y mirándome con los ojos entrecerrados.
-Johnson, Melody Johnson.
-¿Johnson? Es un apellido raro -dijo riendo.
-¿Qué? Es un apellido de lo más normal, además es mi apellido, así que deja de reírte -dije dándole un pequeño puñetazo en el hombro.
-De acuerdo Johnson, vamos a ver que encuentro -dijo mientras pasaba páginas y buscaba por todo el libro.
-Johnson, Melody Johnson.
-¿Johnson? Es un apellido raro -dijo riendo.
-¿Qué? Es un apellido de lo más normal, además es mi apellido, así que deja de reírte -dije dándole un pequeño puñetazo en el hombro.
-De acuerdo Johnson, vamos a ver que encuentro -dijo mientras pasaba páginas y buscaba por todo el libro.
-Vaya... esto sí que es extraño, no apareces en el registo.
-¿El registro?
-Sí, en este libro es donde están guardadas cada uno de los arquelios existentes, se va modificando cada vez que alguien nace, o muere. Pero lo raro es que tú no apareces, ni nadie que tenga el mismo apellido. Te lo dije, Johnson es un apellido raro.
-¿Y por qué iba a aparecer yo ahí? Sigo sin saber lo que es un arquelio. Y tú dijiste que no sabías lo que era, así que tal vez no lo sea.
Dylan resopló, no parecía que le apeteciese demasiado tener que explicarme muchas cosas en ese momento.
-Digamos, que los arquelios son algo así como una especie superior a los humanos, más evolucionada, aunque realmente no nos diferenciamos tanto de ellos, simplemente tenemos una historia distinta a la suya.
-Ah entiendo...-dije aún sin comprender demasiado.
-Verás, yo... No creo que tú seas humana.
-¿Qué? Pero...
-Es que, no sería lógico que lo fueses: puedes hacerte invisible, como haría cualquier arquelio, y puedes teletransportarte, bueno, en eso te ayudé yo un poco, pero ningún humano ni ínfimo, sería capaz de hacerlo ni con ayuda.
-¿El registro?
-Sí, en este libro es donde están guardadas cada uno de los arquelios existentes, se va modificando cada vez que alguien nace, o muere. Pero lo raro es que tú no apareces, ni nadie que tenga el mismo apellido. Te lo dije, Johnson es un apellido raro.
-¿Y por qué iba a aparecer yo ahí? Sigo sin saber lo que es un arquelio. Y tú dijiste que no sabías lo que era, así que tal vez no lo sea.
Dylan resopló, no parecía que le apeteciese demasiado tener que explicarme muchas cosas en ese momento.
-Digamos, que los arquelios son algo así como una especie superior a los humanos, más evolucionada, aunque realmente no nos diferenciamos tanto de ellos, simplemente tenemos una historia distinta a la suya.
-Ah entiendo...-dije aún sin comprender demasiado.
-Verás, yo... No creo que tú seas humana.
-¿Qué? Pero...
-Es que, no sería lógico que lo fueses: puedes hacerte invisible, como haría cualquier arquelio, y puedes teletransportarte, bueno, en eso te ayudé yo un poco, pero ningún humano ni ínfimo, sería capaz de hacerlo ni con ayuda.
-¿Ínfi que? -cuanto más me hablaba, menos comprendía.
-Ínfimo, es... Bueno, no es humano -Dylan rió al ver mi cara, creo que notó que no estaba entendiendo nada de nada.
De repente, escuché como se acercaban muchísimos pasos a la vez, y voces de mucha gente. Dylan también lo escuchó, porque estaba mirando hacia la entrada de la biblioteca, alerta a cualquier problema.
-Creo que es hora de que nos vayamos -dijo levantándose de un salto y volviendo a dejar el libro en su sitio.
-Pero, aún no me has explicado nada, no sé lo que soy, no he entendido casi nada de lo que has dicho.
-Lo sé, lo sé, y te debo una explicación, pero será en otro momento, y en otro lugar. No puedo arriesgarme a que alguien te vea y te haga algo.
-Entonces, ¿qué hacemos?
-De momento salir de aquí, te llevaré de vuelta al instituto humano, luego decidiremos qué hacer. Venga vamos -me levanté para seguirle, a veces costaba seguirle el paso de lo rápido que se movía, pero me detuve en la puerta, aquello estaba lleno de gente, de adolescentes de mi edad, y mayores que buscaban su clase, y a sus compañeros, ¿cómo se suponía que no iban a verme? Aunque volviese a hacerme invisible como antes, me chocaría con todos ellos, y se darían cuenta de que había alguien allí. Dylan debió de percibir mi inseguridad, se dio la vuelta y me agarró la mano.
-No te preocupes porque vayan a verte ahora, ellos son estudiantes, como yo, no saben reconocer a un arquelio o a un humano, eso solo lo hacen los profesores, o alguien que tenga experiencia y haya estudiado, así que, relájate, respira hondo, porque seas lo que seas, ahora mismo solo eres una estudiante arquelia más, que va a salir un momento de este sitio.
Acto seguido, reemprendió el camino, todavía sujetándome para que no me alejase ni lo más mínimo. El camino de vuelta se me hizo mucho más corto que el anterior, se ve que antes, Dylan había elegido un camino más largo, aunque menos transitado, para que nadie nos viese, y ahora que había gente por todas partes, daba igual. Llegamos de vuelta al punto de partida, esa sala amplia y blanquísima que estaba al final de unas escaleras. Subimos, y Dylan volvió a hacer lo del teletransporte, volví a sentir un escalofrío que me recorría el cuerpo de los pies a la cabeza, y llegamos a la biblioteca, una aburrida biblioteca humana, que no se parecía en nada al lugar en el que me encontraba minutos antes. Sentí como Dylan me abrazaba fuertemente, y me miraba, con su frente apoyada en la mia. Estábamos tan juntos...
-Debo volver a mis clases -dije casi en un susurro.
-Yo también a las mías -me habló en el mismo tono de voz que había usado yo.
-¿Cuándo me lo explicarás todo?
-Ínfimo, es... Bueno, no es humano -Dylan rió al ver mi cara, creo que notó que no estaba entendiendo nada de nada.
De repente, escuché como se acercaban muchísimos pasos a la vez, y voces de mucha gente. Dylan también lo escuchó, porque estaba mirando hacia la entrada de la biblioteca, alerta a cualquier problema.
-Creo que es hora de que nos vayamos -dijo levantándose de un salto y volviendo a dejar el libro en su sitio.
-Pero, aún no me has explicado nada, no sé lo que soy, no he entendido casi nada de lo que has dicho.
-Lo sé, lo sé, y te debo una explicación, pero será en otro momento, y en otro lugar. No puedo arriesgarme a que alguien te vea y te haga algo.
-Entonces, ¿qué hacemos?
-De momento salir de aquí, te llevaré de vuelta al instituto humano, luego decidiremos qué hacer. Venga vamos -me levanté para seguirle, a veces costaba seguirle el paso de lo rápido que se movía, pero me detuve en la puerta, aquello estaba lleno de gente, de adolescentes de mi edad, y mayores que buscaban su clase, y a sus compañeros, ¿cómo se suponía que no iban a verme? Aunque volviese a hacerme invisible como antes, me chocaría con todos ellos, y se darían cuenta de que había alguien allí. Dylan debió de percibir mi inseguridad, se dio la vuelta y me agarró la mano.
-No te preocupes porque vayan a verte ahora, ellos son estudiantes, como yo, no saben reconocer a un arquelio o a un humano, eso solo lo hacen los profesores, o alguien que tenga experiencia y haya estudiado, así que, relájate, respira hondo, porque seas lo que seas, ahora mismo solo eres una estudiante arquelia más, que va a salir un momento de este sitio.
Acto seguido, reemprendió el camino, todavía sujetándome para que no me alejase ni lo más mínimo. El camino de vuelta se me hizo mucho más corto que el anterior, se ve que antes, Dylan había elegido un camino más largo, aunque menos transitado, para que nadie nos viese, y ahora que había gente por todas partes, daba igual. Llegamos de vuelta al punto de partida, esa sala amplia y blanquísima que estaba al final de unas escaleras. Subimos, y Dylan volvió a hacer lo del teletransporte, volví a sentir un escalofrío que me recorría el cuerpo de los pies a la cabeza, y llegamos a la biblioteca, una aburrida biblioteca humana, que no se parecía en nada al lugar en el que me encontraba minutos antes. Sentí como Dylan me abrazaba fuertemente, y me miraba, con su frente apoyada en la mia. Estábamos tan juntos...
-Debo volver a mis clases -dije casi en un susurro.
-Yo también a las mías -me habló en el mismo tono de voz que había usado yo.
-¿Cuándo me lo explicarás todo?
-Todo a su momento, intentaré que sea esta tarde, ya encontraré la forma de que nos veamos, no te preocupes -sentí como una de las manos que tenía apoyadas en mi cinturase deslizaba hacia mi barbilla, y me la cogía suavemente.
-De acuerdo, pero no te olvides.
-Tranquila, no voy a poder olvidarme de ti en mucho tiempo.
Sentí como me sonrojaba, y tímidamente, me deshice del embrujo de su mirada, me deslicé rompiendo el abrazo que nos unía y me separé de él, poco a poco, me di la vuelta y me marché. Yo tampoco iba a poder olvidar a ese chico.
Al acabar las clases salí al pasillo junto con todos mis compañeros, la clase de matemáticas había sido horrible, si ya tenía la cabeza hecha un lío por todo lo que estaba pasando, la cantidad de números que escribió el profesor en la pizarra me revolvió un poco más las ideas. Y eso que había intentado concentrarme en la clase, pero lo único que ocupaba mis pensamientos era todo lo que había pasado, y Dylan... No podía esperar a volver a verle, justo en ese momento sentí un escalofrío que recorrió todo mi brazo izquierdo, noté como si tuviese que girarme, que había algo en esa dirección, así que me di la vuelta, y miré por la ventana más cercana. En frente, en el tronco de un árbol, y con una postura de lo más relajada, se apoyaba un chico rubio, que me miraba intensamente. Dylan. Le sonreí, devolviéndole la mirada, me sentía tan feliz... Pero mi felicidad se fue tan rápido como había llegado. Escuché un par de gritos asustados que provenían de la entrada, y vi como un círculo de gente rodeaba a una chica que se acababa de caer, pero un chico la había recogido justo antes de que llegase a tocar el suelo, tal vez, se había desmayado, pero, un momento... Ese pelo, esa figura... ¿Esa no era Keyla?
-De acuerdo, pero no te olvides.
-Tranquila, no voy a poder olvidarme de ti en mucho tiempo.
Sentí como me sonrojaba, y tímidamente, me deshice del embrujo de su mirada, me deslicé rompiendo el abrazo que nos unía y me separé de él, poco a poco, me di la vuelta y me marché. Yo tampoco iba a poder olvidar a ese chico.
Al acabar las clases salí al pasillo junto con todos mis compañeros, la clase de matemáticas había sido horrible, si ya tenía la cabeza hecha un lío por todo lo que estaba pasando, la cantidad de números que escribió el profesor en la pizarra me revolvió un poco más las ideas. Y eso que había intentado concentrarme en la clase, pero lo único que ocupaba mis pensamientos era todo lo que había pasado, y Dylan... No podía esperar a volver a verle, justo en ese momento sentí un escalofrío que recorrió todo mi brazo izquierdo, noté como si tuviese que girarme, que había algo en esa dirección, así que me di la vuelta, y miré por la ventana más cercana. En frente, en el tronco de un árbol, y con una postura de lo más relajada, se apoyaba un chico rubio, que me miraba intensamente. Dylan. Le sonreí, devolviéndole la mirada, me sentía tan feliz... Pero mi felicidad se fue tan rápido como había llegado. Escuché un par de gritos asustados que provenían de la entrada, y vi como un círculo de gente rodeaba a una chica que se acababa de caer, pero un chico la había recogido justo antes de que llegase a tocar el suelo, tal vez, se había desmayado, pero, un momento... Ese pelo, esa figura... ¿Esa no era Keyla?